Una médica y la razón por la que en su consultorio pregunta algo inusual: “¿Tenés orgasmos?”

Escrito por [Gisele Sousa Dias] el 16 de enero de 2024

Bárbara García es ginecóloga y obstetra: se formó para detectar cáncer uterino, patologías mamarias o seguir embarazos. Hasta que una paciente le corrió el velo de los ojos y empezó a sumar preguntas en la consulta: “¿Con qué frecuencia tenés orgasmos?”, “¿te masturbás?”, “¿usás lubricantes?”. Lo suyo es ahora “la medicina del placer”. ¿Su miltancia? Reducir la “brecha orgásmica”

Una médica y la razón por la que en su consultorio pregunta algo inusual: “¿Tenés orgasmos?”

Gisele Sousa Dias

PorGisele Sousa Dias

28 Dic, 2023 01:59 a.m. AR

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La doctora Bárbara García también hace educación sexual a través de su cuenta de Instagram (@docbarbaragarcia)

La escena sucedió hace exactamente una década, Bárbara García ya se había recibido de médica y estaba en el primer año de la residencia. Se estaba formando para ser ginecóloga y obstetra así que su futuro profesional parecía más o menos cantado: prevenir el cáncer de cuello de útero, revisar mamas, ofrecer anticonceptivos, evitar enfermedades de transmisión sexual, seguir gestaciones

Lo que pasó ese día, sin embargo, atravesó su trabajo para siempre.

“Llegó a la consulta una paciente de 30 años, tenía tres hijos. Nosotros dimos por sentado que venía al control ginecológico habitual pero cuando le preguntamos dijo que en realidad había ido porque no tenía orgasmos”, cuenta la médica Infobae.

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Es tucumana aunque vive y atiende en Rosario

“Fue un momento bastante tenso. El médico especialista empezó a dar vueltas, pero al final le indicó los controles habituales ginecológicos, pap y colpo, y nada más. Esa mujer se fue a su casa sin ninguna respuesta y yo me volví a la mía muy interpelada por lo que había pasado”.

Bárbara García tiene 39 años, es tucumana, médica ginecóloga, obstetra y también sexóloga. Ese último título no es uno más: llegó después de la escena de la mujer que tenía tres hijos pero no sabía lo que era un orgasmo.

Desde aquel punto de inflexión no se dedica a la medicina tradicional sino a lo que llama “la medicina del placer”, dos conceptos que rara vez parecen ir de la mano. García conversa con Infobae desde su consultorio en Rosario, y en la mano tiene un clítoris hecho con una impresora 3D en tamaño real, un objeto que suele mostrarle a sus pacientes aunque rara vez alguna acierta qué es.

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Con el clítoris 3D que usa en la consulta

“Es que en estos años vimos demasiadas vulvas de crochet”, sonríe ella con ironía.

Orgasmos

Ya con esas lentes puestas, apenas abrió su propio consultorio “la doc” -como la llaman en sus redes sociales- empezó a hacer a sus pacientes preguntas que nadie les hacía

“¿Tenés relaciones sexuales?”. Si la respuesta era “sí”, seguía indagando: “De cada 10 relaciones, ¿en cuántas llegás al orgasmo?”. Sigue ella. “Lo común era que me respondieran ‘en tres, en cuatro’. Venían a la consulta ginecológica por el Pap y la colpo pero lo que yo veía era que, cuando indagaba, el problema más frecuente era la baja tasa orgásmica”.

Las preguntas eran sencillas, abiertas, el problema es que no suelen hacerse en contextos médicos, por lo que muchas ni siquiera habían detectado el problema. Habían naturalizado eso de no tener orgasmos, ni siquiera los fingían.

"¿Te masturbás?", es una de las preguntas de rutina que hace

García repasa de memoria las preguntas de rutina que suele hacer en su consulta: “¿Cómo son tus relaciones sexuales? ¿Son placenteras o sentís dolor? ¿Te masturbás? ¿Cómo es tu lubricación? ¿Tenés deseo sexual? Tener o no tener orgasmos muchas veces depende de todo eso”.

Fue la reacción de las pacientes lo que la alentó a seguir hurgando por ese camino.

“Todas me dicen exactamente lo mismo: ‘Nunca una ginecóloga me preguntó esto’ o ‘fui al ginecólogo cuando empecé a tener relaciones y me dio anticonceptivos: nunca nadie me habló de placer, nunca nadie me habló de consentimiento’. El enfoque médico habitual es alrededor del miedo: miedo al dolor, miedo a las infecciones y miedo al embarazo no deseado. Sobre el placer, nada”.

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"El placer nunca está en la consulta médica", dice

Lo que era evidente en las respuestas que le daban era que las mujeres heterosexuales tenían muchos menos orgasmos que los hombres heterosexuales. Esa diferencia entre lo que viven unos y otras está documentada y eslo que se conoce como “la brecha orgásmica”.

Lo mostró en 2017 un estudio hecho entre más de 50.000 adultos que fue publicado en la revista académica Archives of Sexual Behavior. El 95% de los hombres hétero respondió que llegaba al orgasmo en sus encuentros sexuales. O sea: casi todos. La respuesta, sin embargo, fue muy distinta en las mujeres heterosexuales: sólo el 65% llegaba al orgasmo.

“La pregunta es por qué. ¿Es algo fisiológico? ¿tenemos un gen defectuoso? La respuesta es no”, responde García. “Pueden haber razones fisiológicas puntuales, pero por lo general la razón por la que las mujeres tienen menos orgasmos que los hombres es absolutamente cultural”.

La brecha

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Su misión es achicar la brecha orgásmica

Una puerta abrió otra y Bárbara García terminó haciendo un posgrado en Estudios Interseccionales de Género en la Universidad Nacional de Rosario. Con esos conocimientos fundamenta ahora su militancia para reducir la brecha.

“Históricamente las mujeres no han podido expresar su deseo y su erotismo porque han sido tildadas de putas, o si tenían dolor, de frígidas. Siempre había un ‘pero’ para no poder hablar de lo que nos pasaba, y la palabra y la sexualidad que preponderó fue la masculina”, explica.

“Freud, fijate, decía que la fricción externa del clítoris era algo inmaduro, y que cuando la mujer crecía y maduraba, la penetración intravaginal era la que le garantizaba el orgasmo”, cita y levanta las cejas con gesto de “¿what?”.

Sólo 2 de cada 10 mujeres pueden tener un orgasmo a través de la penetración

Eso se revisó con los años y aunque hoy puede parecer viejísimo, sigue más vigente de lo que imaginamos: hay muchas adolescentes y mujeres adultas heterosexuales que no tienen orgasmos porque los buscan a través de la penetración.

“Lo que yo hago es mostrarles a ellas este clítoris”, interrumpe, y pone sobre su escritorio el objeto hecho a escala con el que hace educación sexual desde el consultorio.

“Les muestro que el nervio dorsal está acá arriba de todo y que no forma parte de la vagina. Eso quiere decir que el 80% de las personas llegan al orgasmo friccionándose externamente el clítoris y sin meter nada adentro”, explica.

“Saber eso ayuda también a que los varones se calmen con el tamaño del pene, y que dejen de creer que su tamaño o su erección es el must para que nosotras lleguemos al orgasmo”.

La otra pregunta que suele hacer a las mujeres en la consulta ginecológica -aunque hubieran ido a consultar sobre anticonceptivos o a chequearse las mamas- es si se masturban.

“La mayoría de las mujeres que no tienen orgasmos no se auto-estimularon nunca, o dicen que lo intentaron cinco minutos, sintieron culpa o vergüenza y lo dejaron. No estoy hablando sólo de las más grandes”, cuenta. “El otro día atendí a una chica que tenía relaciones sexuales desde los 15 pero nunca se había tocado sola. Cuando le pregunté si tenía dolor en la penetración, del 1 al 10 dijo que el dolor era un 7; además nunca había llegado a un orgasmo”.

Su teoría es que todavía falta trabajar sobre la sexualidad de las mujeres: “Lo que veo es que todavía prevalece el amor Disney. Esto de esperar en un castillo a que venga el príncipe, te muestre cómo es tu sexualidad y te enseñe cómo tener un orgasmo”. Tu sexualidad como una ofrenda hacia el otro, “el elegido”.

La Bella y la Bestia y el "amor Disney"

“Aún con todo el movimiento feminista todavía no somos capaces de decirle al varón ‘che, mirá, yo necesito que me toques así'. ‘No, tengo miedo de que se enoje o que se sienta mal, ¿cómo le voy a decir yo cómo me tiene que tocar?’. Y claro, le tenés que decir. Si te está penetrando todo el tiempo y no te está friccionando por afuera, no está haciendo lo que a vos te excita sino lo que el porno le enseñó”.

Es que lo no dicho -antes, durante o después del sexo- puede hacer estragos. También algunas creencias.

“Yo he tenido pacientes que no tenían orgasmos con sus parejas y les he pedido que vinieran ellos a la consulta. ¿Sabés que responden muchos? ‘Es que no es natural que ella se toque cuando yo la estoy penetrando’”, como si ella se tocara porque “con la de él no le alcanza”.

“O les dicen ‘¿qué, no te excito? Porque no es natural usar lubricante’. Hay que romper con la idea de ‘lo natural’ en la sexualidad y empezar a entender que es todo construcción”.

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Con sus pacientes, García es clara con lo que llama “anatomía del placer”.

“Si tenés sequedad vaginal por ejemplo, por la toma de anticonceptivos crónica o porque estás amamantando o por lo que sea, si no te lubricás, te raspa. Es como tirarte a una pileta por un tobogán seco: si duele, si raspa, es muy raro que pueda darte placer. Si la vulva y el clítoris están secos, tener que meter los dedos en la vagina para sacar la lubricación hacia afuera es un chino: usás un lubricante externo y listo”.

Cambiar la historia

De “militar el goce” habla García en su cuenta de Instagram. Su decisión fue trabajar en la comunicación de estas ideas de una forma bien horizontal, para romper con esa otra brecha: la del “médico-paciente”.

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La "doc" y un vibrador para estimular el clítoris

Por eso lo hace sin guardapolvo blanco y sin infantilizar la sexualidad femenina con la vulva de crochet.

“Otra pregunta que hago en la consulta es: ‘¿Tenés algún recuerdo de haberte auto estimulado de chica? ¿De haber jugado con el agua del bidet, con un peluche y que alguien te haya visto y te haya dicho algo negativo? Y casi todos dicen que sí, que alguien les dijo que no lo hicieran.

“Eso no se hace”, “caca”, “sucio”, “sacate la mano de ahí”.

Cambiar eso es un desafío para quienes tienen hijas chicas, porque por un lado la preocupación es prevenir abusos sexuales -”nadie te puede tocar”, “estas son tus partes íntimas”- y por otro, potenciar, la sexualidad libre, rica.

Recomienda no decir cosas negativas a las niñas cuando arrancan la auto exploración

“¿Cómo hacerlo? Se les puede explicar que auto estimularse da mucho placer, que es una sensación de alivio, que lo pueden hacer pero siempre con las manos limpias, sin friccionar con cosas para no lastimarse y en la intimidad, con la puerta cerrada. Hay que enseñarles que es muy lindo de hacer, pero nadie puede tocarlos”, sugiere.

“A ver, ponete empática con tu hija, porque vos también te masturbás, aunque cuando hablás con tus hijos pareciera que te olvidás. Es momento de que el placer también esté en el centro de la mesa”.

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